9 abr 2016

CALOR DE CEIBA Postal III Sísifo de la sabana.







¿Cuánto medirá esa palma? ¿Qué te gusta 27, 30 metros? No quedan muchas; la madera la compran a buen precio en Veracruz, para muebles.


      Sísifo se erguía verde y gris como garrobo iguana, rey de esta colonia, coronada atalaya sus astros, depredadora de nubes, dura como escama dragón, cero cocos; hay un surco entre las matas de cacao, donde te rozan después las chayas, caminando al pantanal, un nido de lagartos encontrarás y a pocos pasos, las mayores palmas que podría usted ver, si no se ven desde lejos es que las cubren las nubes, el mismo sol, la misma noche… los azules cangrejos te avisan, los pies del gigante descienden al corazón de la tierra, que se dice uno… inmutable.


        Me sigue contando el vecino: habían tigres, así les decíamos, a unos gatos salvajes, peligrosos; te saltaban en la oscuridad y te arrancaban la garganta, figúrate el tamaño de un perro; ya no los vez ahorita, habían garzas rojas, pelícanos de lagunitas, jabalíes así chiquitos solían rolar por aquí, pero se los fueron comiendo, ahora, si acaso un tlacuache, porque ni conejo; luego ni mojarritas; es el aceite ese que las mata, al ganado igual, la otra vez se me murió un puerquito ahogado, en la mañanita lo vine a encontrar al bodoquito; atrapado en el alquitrán, el buitre ni se acerca. . . es un infierno negro; el calor permanece eterno. Los mosquitos perecen en el sudor sin arrancar la piel, sal de 40 grados, verdes…


      Semanas después regresé, Sísifo había sido arrancado, una protuberancia de pie sólo hallé, su madera destinada a Veracruz para carpintería, escupí al suelo, maldije fuerte; dije entre mí, así perecieron los gigantes; bebía el último trago.



@mexcalero